Las redes sociales son un fuego- Del ágora al feed
Hay días en los que uno agarra el celular, abre Instagram, y parece que el mundo entero está tratando de venderte algo: remeras, alfajores artesanales, clases de yoga, hasta un mindset ganador. Vos también estás ahí, por supuesto. Tenés tu cuenta, tu emprendimiento, tu esperanza puesta en que esas publicaciones hagan algo más que acumular likes. Es un terreno familiar y hostil, donde todos parecen saber qué hacer… y vos, a veces, sentís que estás improvisando.
Hoy hablamos de redes sociales. Pero no de los algoritmos, ni de la última tendencia en Reels que promete “explosión de ventas”. Hoy hablamos de lo que hay detrás: porque las redes, en el fondo, son mucho más que eso.
El emprendedor uruguayo sabe bien lo que es remar. Lo que cuesta conseguir clientes, pagar la cuenta de de la tarjeta y si sobra algo para salir a comer el fin de semana. Las redes sociales parecen un milagro: gratis, democráticas, disponibles 24/7 para mostrar tu producto al mundo. Pero el milagro, como todos, tiene sus reglas.
La hoguera, el ágora y tu feed de Instagram
Pensemos en esto: las redes sociales no empezaron en Internet. No son una invención de Mark Zuckerberg ni un capricho de Elon Musk. Antes de que existieran los celulares y los hashtags, ya existía algo mucho más básico: el fuego. Imaginate hace miles de años, en algún rincón del mundo, una hoguera rodeada de hombres y mujeres contando historias. Esa fue la primera red social. Ahí, como ahora, la gente se juntaba a compartir: ideas, relatos, problemas, soluciones. Y eso generaba algo fundamental: conexión.
Después vino el Ágora, ese espacio en la Antigua Grecia donde la gente debatía en vivo, cara a cara, como un debate en X pero sin emojis. Más tarde, la imprenta cambió todo, porque las ideas ya no se quedaban en un lugar; viajaban en papel, cruzaban fronteras, llegaban a oídos de más personas.
Hoy, vos tenés las redes sociales digitales. Son tu hoguera moderna, tu Ágora portátil. Pero la pregunta es: ¿estás usándolas para conectar o solo para vender?
El error más común
Acá está el asunto. Muchos emprendedores creen que las redes sociales son como un cartel gigante en medio de una avenida principal. Pensás que basta con poner una foto de tu producto con un “¡Compre ya!” para que compren tu producto o servicio. Pero no es así. Porque las redes no funcionan como un cartel; funcionan como una charla.
Pensá en la feria de tu barrio. No vas directo al cliente con el pan lactal en la mano. Primero saludás, hablás del clima, le contás por qué tu pan es especial, escuchás lo que busca, lo que necesita. Solo después de eso, podés vender. Las redes sociales son lo mismo, pero en digital.
Las personas no entran a Instagram para comprar. Entran para distraerse, para ver algo lindo, para sentirse parte de algo. Por eso, antes de venderles, tenés que conectar con ellas.
¿Cómo se conecta?
Fácil no es, pero tampoco es magia. Pensá en las tres cosas que importan en cualquier red social: intercambio, confianza y colaboración.
- Intercambio: Compartí algo de valor antes de pedir algo a cambio. No vendas alfajores; contá la historia de cómo nació la receta familiar, o subí una foto de cómo los hacés, mostrando lo artesanal del proceso.
- Confianza: Sé auténtico. En Uruguay, si algo no soportamos, es lo falso. Mostrá quién está detrás del negocio. Si sos vos amasando, mostralo. Si tenés días complicados, contalo. La gente quiere saber quién está detrás del producto, porque compramos a personas, no a marcas.
- Colaboración: Interactuá. No subas una publicación y te olvides. Respondé comentarios, agradecé los mensajes, compartí lo que dicen tus clientes. Hacé que la gente sienta que es parte de algo más grande.
Las redes no venden; las personas sí
Al final del día, las redes sociales son herramientas. No hacen magia, no venden solas. Lo que vende sos vos: tu historia, tu esfuerzo, tu autenticidad. Las redes no son un fin; son el medio para llegar a las personas que te pueden comprar, pero solo si les das algo más que un precio.
Así que la próxima vez que subas un post, pensalo: ¿Qué estoy ofreciendo acá? ¿Una conexión? ¿Una historia? ¿Un motivo para que alguien quiera saber más de mi y mi producto? Ojalá la respuesta sea sí, porque ahí empieza el verdadero uso de las redes sociales. Empiezan con vos.
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